El próximo mundial de futbol que se celebrará del 11 de junio al 19 de julio del 2026 en Estados Unidos, Canadá y México, representa una oportunidad “de oro” para la selección estadounidense. No solamente está el hecho de que ya están clasificados en este próximo campeonato mundial, sino que sus partidos de la fase de grupos lo disputarán en Los Ángeles (SoFi Stadium, 12 y 25 de junio) y Seattle (Lumen Field, 19 de junio). Esto le otorga la ventaja de contar con el apoyo masivo de su afición y estar familiarizados con los estadios. Todo ello puede incidir para que la selección estadounidense repita los logros alcanzados en anteriores citas mundialistas como fue el caso de 1994, cuando se metieron en octavos de final y en 2002 cuando alcanzaron los cuartos de final.
Los dirigidos por Mauricio Pochettino no han tenido una actuación muy lúcida que se diga en recientes compromisos relevantes. En la Copa América 2024, la selección norteamericana no pudo pasar de la fase de grupos, quedándose en la tercera plaza con tan solo 3 puntos que lograron obtener tras vencer a Bolivia 2 - 0.
No obstante, si miramos en el núcleo de jugadores, liderado por Christian Pulisic, Weston McKennie y Folarin Balogun, cambiaría un poco la percepción, pues muchos están compitiendo en las principales ligas europeas y de hecho, es lo que mantiene las expectativas optimistas en las principales casas de apuestas de futbol. Pulisic, estrella del AC Milan, ha sido un notable motor ofensivo, mientras que jóvenes como Yunus Musah y Gio Reyna aportan versatilidad. Sin embargo, la falta de un delantero centro de élite y las inconsistencias defensivas, especialmente cuando sube la presión del juego, son áreas que Pochettino debe abordar inmediatamente. La profundidad del plantel, con jugadores como Sergiño Dest y Tim Weah, brinda flexibilidad táctica, pero la cohesión será clave para enfrentar a rivales pesados.
Jugar en casa ofrece a los estadounidenses muchas ventajas significativas. Los estadios de Los Ángeles y Seattle, con capacidades de 70,000 y 69,000 espectadores, respectivamente, garantizarán un ambiente favorable, algo que históricamente ha impulsado al equipo. La familiaridad con las condiciones climáticas y la ausencia de largos viajes transcontinentales, que afectan a equipos europeos y sudamericanos, son factores críticos. Además, la infraestructura de primer nivel en las sedes estadounidenses, respaldada por la experiencia de la MLS y eventos como la Copa América 2016 y 2024, asegura una preparación óptima.
Para que EE. UU. dé un “batacazo” en el 2026, es decir alcanzar al menos los cuartos de final, deberá capitalizar su ventaja local y mejorar su consistencia. El sorteo que muy probablemente se realice en la primera quincena de diciembre será crucial, ya que, si no toca enfrentar a gigantes como Brasil, Francia, España o Argentina, en la fase de grupos aumentarían sus opciones de avanzar. Con el nuevo formato, un tercer puesto en el grupo podría bastar para llegar a la ronda de 32, donde un enfrentamiento favorable podría impulsar al equipo hacia octavos.
La experiencia de Pochettino en competiciones de alto nivel, combinada con la juventud del plantel (promedio de edad de 25 años), posiciona a Estados Unidos para competir contra equipos de segundo escalón europeo o sudamericano, como Croacia o Uruguay. Las proyecciones actuales basadas en el ranking FIFA y simulaciones de ESPN sugieren un 65?% de probabilidad de alcanzar octavos y un 20?% de llegar a cuartos.